—Estás loco —murmuró, pegándose más contra la puerta para poner mayor distancia entre ellos.
—¡Lo estoy! ¡Siempre lo he estado! —Se acercó más, robándole el aire, robándole la paz y la tranquilidad que había construido durante cuatro años—. ¡Lo estoy más ahora que sé que estás con él! ¡¿Por qué, Selene?! ¡¿Por qué te casaste con ese tipo?!
—¿Por qué no hacerlo, Alejandro? —Lo empujó con rabia—. ¿Por qué no casarme con Marcos si es un hombre maravilloso?
—Lo tenías bien guardado, ¿no? —Gruñó con los dientes apretados—. ¿Desde cuándo te gustaba ese infeliz?
—Desde siempre —admitió desafiante—, porque a diferencia de ti, Marcos siempre supo cuidarme. Marcos no me puso un abortivo en la comida para matar a mis hijos. ¡Marcos nunca me humilló ni me trató como basura! ¡Marcos no...!
—¿Qué dijiste?
—Marcos es mil veces mejor que tú. Eso digo.
—¡No te estoy preguntando eso! —La tomó por los brazos, irrumpiendo en esa distancia que tanto quería mantener—. ¿Un abortivo? ¿De qué estás hablando,