Selene no dejaba de observar la última publicación de Alejandro Urdiales en redes sociales.El hombre, arrodillado frente a una hermosa chica de pelo rubio y ojos celestes, le pedía matrimonio.La escena era digna de un cuento de hadas. Flores. Un cielo estrellado y las olas rompiendo de fondo. Incluso podía imaginarse el sonido que hacían al chocar con la orilla.Limpió una lágrima silenciosa que se deslizó por su mejilla, mientras notaba cómo la publicación aumentaba en likes y comentarios sobre felicitaciones.Sumergida en aquella tortura, recordó cómo había iniciado su relación con el hombre.—Por favor, opera a mi madre. Haré lo que quieras —había suplicado casi de rodillas.Él había pasado de ella, viéndola como si fuera insignificante, pero insistió tanto, lo persiguió hasta el cansancio, que terminó quitándole la virginidad en un baño de la clínica.Y allí, frente al lavabo, con la máscara de pestañas corrida, vio su reflejo en el espejo que le decía:—Estuvo bien, pero no lo
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