Greta agradeció al camarero con una sonrisa antes de tomar la cuchara y partir una porción de su pastel.
Caterine la había invitado a salir a almorzar juntas, y a Greta le había parecido un buen momento para ponerse al día.
—¿Y aún sigues viéndote con Isaia? —preguntó Caterine.
Greta levantó la mirada.
—La verdad, no lo he visto en algunas semanas —respondió antes de probar el pastel.
—Qué lástima. En serio creí que se llevarían bien.
—Y lo hicimos, pero no es mi tipo —dijo encogiéndose de hombros.
—Podría concertarte otra cita —sugirió Caterine con una sonrisa animada.
—No creo que a tu primo le haga mucha gracia —respondió con media sonrisa después de darle un trago a su refresco.
—¿Mi primo? ¿Y qué tiene que ver él en todo esto? —preguntó Greta, fingiendo inocencia.
—Vamos, Caterine... Eres buena en muchas cosas, pero mentir no es una de ellas. Gino me dijo que te habló de lo que pasó entre nosotros.
Caterine le lanzó una mirada de disculpa, ladeando la cabeza.
—Está bien, lo admit