Gino vació el contenido de su vaso y lo dejó con un suave golpe sobre la barra. No tenía intención de emborracharse, pero necesitaba al menos una copa para reunir el valor que, en la última hora, parecía haberse esfumado. Hasta hacía poco, estaba bastante convencido de que Greta aceptaría su propuesta. Ella lo amaba casi tanto como él a ella. Sin embargo, ahora las dudas las dudas habían comenzado a molestarlo.
Greta tenía sueños por cumplir... ¿Y si no estaba lista para comprometerse? ¿Y si él se estaba precipitando? Tal vez debió haber esperado un poco más.
Exhaló largamente e intentó alejar los pensamientos negativos.
Si Greta no estaba lista, esperaría a que lo estuviera. Podía hacerlo. Pero no iba a echarse. Quería ese anillo en su dedo.
—¿Me invitas una bebida? —dijo una voz femenina a su lado.
Gino parpadeó y giró la cabeza. Una mujer se había sentado en el banco junto a él en algún momento en los últimos minutos. Tardó un par de segundos en entender que la pregunta iba dirigid