Una ligera brisa cálida corría en el ambiente, trayendo consigo el aroma de las flores que decoraban el lugar. En el horizonte, el sol se ocultaba lentamente, detrás del mar, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Era el escenario perfecto para celebrar su reciente boda. Pero Gino apenas prestaba atención a su alrededor. Solo tenía ojos para él Greta.
Ella estaba radiante. Algunos mechones rebeldes escapaban de su peinado y enmarcaban su rostro. Tenía las mejillas sonrojadas y una sonrisa amplia, mientras ambos se movían al ritmo de la música, envueltos en una burbuja quelos aislaba del resto del mundo.
Recordó el momento en el que Greta había caminado hacia él por el pasillo, luciendo deslumbrante con su vestido de novia, como salida de un sueño que solo él había imaginado. Sus ojos estaban llenos de amor y seguridad. Las mismas emociones que él había visto durante la ceremonia de su boda, y en ese momento perfecto en el que ella aceptó convertirse en su esposa.
Su esposa