Gino golpeó el volante con frustración. No podía creer que justo el único día que había dejado a Greta, ella se pusiera en trabajo de parto.
Durante el último mes, había trabajado desde casa y solo se acercaba a la oficina cuando era absolutamente necesario. Pero ese día, una urgencia lo había obligado a presentarse en persona. Aunque no había estado seguro de dejar a Greta, por lo avanzado del embarazo, ella lo había tranquilizado, asegurándole que estaría bien. Además, Caterine había ido a visitarla junto con sus hermanas, lo que lo había hecho sentir más confiado.
Había estado en el taller cuando recibió la llamada de su prima. Greta había roto fuente y las tenía contracciones. Ni siquiera lo había dudado antes de salir corriendo como alma que lleva el diablo, solo para quedarse atrapado en medio del tráfico.
Se suponía que debía estar con ella, sosteniéndole la mano, soportando cualquier insulto que le lanzara en medio del dolor y susurrándole que todo estaría bien. No en su maldit