Caterine no había visto a Corleone en todo el día. Él había estado ocupado en varios juicios, y ella apenas había tenido un respiro entre todas sus responsabilidades... O quizá, solo quizá, se había asegurado de no cruzarse con él.
La única vez que lo vio acercarse, se ocultó en la sala de copias. Y cuando tuvo que llevarle algunos documentos, no dudó en pedirle a Rosa que fuera en su lugar. Sabía que debería enfrentarlo y dejar las cosas claras, pero no estaba lista para hacerlo.
Si lograba esquivarlo unos días más, quizá tendría tiempo suficiente para construir una coraza a su alrededor, una lo bastante fuerte como para que su cercanía no la afectara de ninguna manera.
Faltaban menos de treinta minutos para que terminara su jornada y no tendría que preocuparse por encontrarse con él hasta el siguiente día. Suspiró y levantó la mirada hacia el pasillo que conducía al despacho de Corleone. Había perdido la cuenta de cuántas veces había mirado en aquella dirección en todo el día, como