Descansó mejor de lo que venía haciendo durante las últimas semanas, plenas de trabajo y preocupaciones. El intenso ejercicio físico, la liberación de la ansiedad y endorfinas que significó el sexo con Regina obró de maravillas en su ánimo y le insufló buen humor. Más puntos para agregar a la lista de pros que se acumulaban para mantener a esa mujer en su cama y en sus brazos, entre sus piernas o en su boca, fantaseó.
Recibió a sus hermanos con una actitud bastante menos compuesta de lo habitual, con una sonrisa abierta que Jace fue el primero en recibir, aunque no modificó la mirada ceñuda y actitud enfurruñada que parecía pegada a él hacía un tiempo. De lo que Milo no se salvó, sin embargo, fue del comentario sarcástico de Kaleb, que lo observó:
—Algo te pasa, es definitivo. Estás diferente. Casi pareces…feliz. Si no te conociera, podrías pasar por un ser humano.
—Tonterías—trató de cortar.
Sabía que una vez que una idea se plantaba en la cabeza de Kaleb, no cejaba hasta encontrar l