—Pues hazlo—señaló Kaleb—. Eres lo suficientemente creativo como para realizar algo bueno aceptando las disposiciones externas. Si no te sientes capacitado para ser flexible, podemos pedirles a otros arquitectos que lo realicen.
Jace sintió que había desafío en la voz de Kaleb.
—¡Nadie va a tocar mi proyecto!
—Pues hazlo tú. Y rápido—dijo Milo.
—Si alguien puede ajustar un diseño hermoso y convertirlo en algo mejor, ese eres tú, Jace—intervino Violet con cariño—. Dales lo que desean en el envoltorio que a ti más te guste.
—Es poco tiempo.
—Te conseguiré alguna semana más si consideras los cambios.
—Está bien—aceptó gruñendo.
Milo suspiró, aliviado y miró a Kaleb y Violet. Formaban un buen equipo. Estuvieron juntos por casi dos horas, revisando contratos, determinando futuras inversiones y prospectos de negocios. Al finalizar, decidieron ir a comer juntos, pero Milo desechó la invitación.
—No me digas que te quedarás otra vez en la soledad de tus dominios—dijo Kaleb.
—Tengo planes—dijo