Pablo sujetó el brazo de Viktor antes de que pudiera salir, pero inmediatamente se arrepintió al ver la mirada asesina que recibió a cambio.
—¡Señor, por favor, escúcheme! —su voz salió más alta de lo que pretendía, casi suplicante—. ¡Existe un factor que hace extremadamente pel
igroso invadir el Haras de los Castellani!
Viktor giró lentamente, su rostro una máscara de furia contenida.
—¿Qué factor sería ese, Pablo? Y elige tus próximas palabras con mucho cuidado.
El subordinado tragó saliva antes de explicar:
—Los Castellani están protegidos por la Bratva de Oro.
Viktor permaneció inmóvil por un segundo.
—¿La Bratva de Oro? ¿Esa organización criminal brasileña? ¿No me digas que el playboy y su familia forman parte de la mafia?
—No, señor. Los Castellani no son mafiosos. Pero para la Bratva, son… intocables.
—¡Eso no tiene sentido! —Viktor golpeó la pared, haciendo que un cuadro cayera con estruendo—. ¿Por qué diablos una organización criminal protegería a una familia limpia?
Pablo re