Olga, tomando las manos de Malú, comenzó a explicar:
— Aquella noche, cuando salí, me di cuenta de que los hombres de Viktor me estaban siguiendo. Intentaron secuestrarme para saber dónde tú y tu madre se escondían. Corrí, pero ellos me dispararon. Estuve a punto de morir, pero él… — señaló a Gabriel, que observaba la escena con una mirada seria. — Él me salvó. Pasé muchos meses en coma y, cuando desperté… — hizo una pausa, con lágrimas deslizándose por su rostro. — Perdóname, Malú. Perdóname por no haber podido ayudar a tu madre.
Malú abrazó a Olga otra vez, estrechándola con fuerza.
— Por favor, no llores, Olga. Tú no tienes culpa de nada. La única persona culpable de todas nuestras desgracias es Viktor. Y sobre mi madre… — hizo una pausa, tragando en seco. — La perdimos, pero ella nos dejó a mi hermanita, May. Es tan linda, sana e inteligente. Y ahora, nos necesita.
— Tienes razón — dijo Olga, secándose las lágrimas. — Quiero mucho conocerla.
— ¡Quieres decir queremos! — añadió Gab