Javier se estremeció, sin poder creerlo:
—¿Eso… cómo es posible?
Ahí estaba, ese era el poder de Camila.
Aunque hiciera todo el mal del mundo y aunque sus mentiras quedaran al descubierto, la gente se negaba a creer que pudiera ser tan mala.
Le sonreí a Javier:
—Eso lo admitió ella misma. Si no me crees, puedes ir a preguntárselo.
Con eso era suficiente.
Si Javier me creía o no, ya no importaba.
Cuando regresé a la entrada de la zona de consultorios, no vi a Mateo.
Pensé que ya se había ido, y justo cuando iba a entrar, escuché su voz.
Estaba hablando por teléfono, recargado en una columna, la misma que no me dejaba verlo antes.
—Ustedes son los doctores que atienden a Camila. Revísenlo todo con cuidado y avísenme de inmediato si encuentran algo.
Me quedé impactada.
¿Será que Mateo por fin comenzó a investigar a Bruno?
¿Podría, a través de Bruno, descubrir la verdad de lo que pasó hace cuatro años?
Pero cuando pensaba en las mentiras interminables de Camila, en lo astuta que era y en t