Capítulo 847
Estaba tan frustrada. En serio no podía volver a emborracharme delante de este hombre: ¡se lo tomaba todo tan literal!

Alan siguió la mirada de Mateo y acabó mirándome a mí. Pareció entender algo y, en vez de hablar, agarró con fuerza el brazo de Valerie, advirtiéndole que no se le ocurriera mirar a los strippers ni tocar sus abdominales.

Ella aceptó enseguida, aunque sus ojos brillaban de emoción.

Yo pensé: “esos dos seguro acabarán discutiendo otra vez.”

Entonces Camila también me miró siguiendo la vista de Mateo, y con una sonrisa malvada me dijo:

—Quién diría que te gustan los strippers y tocar sus abdominales. Al final resulta que nosotras somos demasiado inocentes, nunca hemos ido a esos lugares, ni sabemos si los abdominales de esos hombres son tan buenos como tú dices.

Mateo encendió un cigarro con calma. Dio una calada y me lanzó una mirada burlona.

Yo me arreglé el cuello de la blusa y, en tono cortante, le dije a Camila:

—Eres muy graciosa. ¿Quién te dijo que me gustan los a
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