—He oído que en el Club Platino los strippers son muy buenos. ¿Qué les parece si los invito a divertirse un rato? —dijo Mateo.
Todos se miraron entre sí, confundidos.
Seguro pensaban: "somos hombres, ¿para qué ir a un club a ver strippers hombres?"
Nadie podía entender por qué Mateo mencionaba eso de repente.
Solo yo sabía la razón.
Anoche, borracha, parece que le pedí que me consiguiera unos.
Y había que admitirlo: este hombre se tomaba demasiado en serio ciertas cosas.
Debajo de la mesa, Valerie me jaló de la manga.
—Aurora, ¿por qué Mateo quiere llevarnos de pronto a ver strippers? Qué raro.
—Quizá es que él mismo quiere ir. Ya sabes, con gente como él, tan cambiante, los gustos suelen ser raros —le respondí.
Convencida, Valerie asintió, y luego dijo, con una sonrisa pícara:
—Bueno, tampoco estaría mal. Dicen que los muchachos de Club Platino son de primera, esos abdominales… uff…
De repente, una mirada intensa se fijó en nosotras.
Rápido le apreté el brazo a Valerie para que se cal