—No pasa nada... yo... yo no necesito ir al hospital. Gracias por... preocuparte.
Mateo se rio con amargura.
Me rozó el hombro cuando pasó y se fue.
Con dolor en el pecho, lo vi alejarse.
"Perdón, Mateo..."
"Otra vez te hice daño."
"Solo espera un poco... cuando todo termine, voy a volver a ti. Te voy a explicar todo. Te lo prometo."
Javier, cuando notó mi mirada, de repente me cargó en sus brazos.
Asustada, quise bajarme.
—¿Qué pasa? ¿Prefieres que Mateo te lleve a la habitación? —me preguntó, con una sonrisa extraña.
El cuerpo se me tensó.
No parecía la voz de Javier.
Era rara. Amenazante.
Quizá él mismo lo notó, porque su mirada se volvió más tranquila y dijo en voz baja:
—Lo dije jugando.
Así me llevó escaleras arriba.
Lo miré fijo, viendo su sonrisa calmada, sin poder entender qué había detrás.
"¿Cuál es el verdadero Javier?"
"¿El cariñoso... o el aterrador?"
Esa noche, Embi dijo que quería dormir conmigo.
Su cama era pequeña, así que la llevé a una habitación de huéspedes.
Apenas