Él me miró; se veía muy conflictuado.
—Aurora... —dijo, y se quedó callado un par de segundos.
—Escuché que hace unos días Waylon dejó suelto al mastín y Embi se asustó y se enfermó. ¿Cómo sigue la niña?
Antes de que yo respondiera, agregó:
—¿Por qué no me dejas cuidar de Embi? Soy médico, puedo...
—No hace falta —lo interrumpí, seria.
—Embi prefiere quedarse con su familia. Mateo ya contrató un médico de cabecera para ella, así que no te preocupes. Mejor encárgate de cuidar a Camila.
Después de decir eso, me iba a ir, pero Javier de repente me detuvo.
Se molestó y en su mirada triste se asomaron emociones complicadas:
—Créeme, estoy haciendo todo lo posible por Camila, lo hago también por Alan... yo...
—No importa —lo corté, con una sonrisa seria.
—Que cures a Camila por la razón que sea, no me interesa. Además, tú eres médico y ella es tu hermana. Desde la ética profesional y desde la familia, no tienes que darme explicaciones.
Javier me miró en silencio.
De repente forzó una sonrisa