Volteé, lo abracé por la cintura y le sonreí con picardía.
—No importa, al final mañana es el día de Valerie, con que Alan vaya es suficiente.
Mateo asintió.
—Eso mismo pienso yo —dijo—, así que yo voy a ver al cliente y él va a acompañar a Valerie a la fiesta de fin de rodaje.
Dos segundos después, añadió:
—Vamos a ver, voy a intentar pasar por ti.
—Está bien.
Me acurruqué en sus brazos, tranquila y calentita.
Justo cuando estaba por dormirme, su voz grave sonó de repente sobre mi cabeza.
—Hace cuatro años... eso quizá no sea fácil de investigar.
Volteé y lo miré.
Cuatro años atrás era una herida que ninguno de los dos quería tocar, por eso casi no hablábamos de eso.
Que lo mencionara ahora me hizo pensar que en la investigación se habían topado con obstáculos.
Mateo me pasó la mano por el pelo y dijo con voz seria:
—Todas las cámaras de entonces quedaron dañadas, no se puede sacar nada. Y las dos personas que transportaban el órgano... desaparecieron como si se las hubiera tragado la