El hombre que antes era serio, complicado y de carácter extremo, de repente se había convertido en un novio tierno, encantador y... peligrosamente seductor.
¡Imposible resistirse!
¿Quién podría aguantar algo así?
Cada vez que Mateo me llamaba con esa voz baja y provocadora, sentía que las piernas me flaqueaban.
Me recosté en su pecho, completamente derretida.
La cara me ardía hasta el cuello.
Entre sus besos, la ropa ya se me había corrido hasta los hombros.
Qué calor sentía.
Era tanto que quemaba.
Aunque afuera soplaba un viento helado, yo sentía que el fuego me recorría entera.
Tenía la cabeza revuelta, y solo podía dejarme llevar por la sensación de sus labios sobre los míos.
Besaba mi oreja despacio, y su voz ronca parecía embrujarme con cada susurro.
Sin pensarlo mucho, terminé asintiendo.
Él sonrió.
Y qué sonrisa...
En su mirada penetrante brillaban la ternura y el deseo, juntos.
Cuando, medio aturdida, entré al baño abrazando esa prenda diminuta, recuperé un poco la razón.
La s