Cuando la pareja subió al auto. Yestin de inmediato dejó de fingir soltando la mano de Castiel. Lo que no le agrada a Castiel es que ya le había acostumbrado a la calidez de su mano junto a la de él. De inmediato siente esa ausencia y su mano ruega de nuevo por tenerla cerca.
Ve la mano de ella colocada en el asiento y por instinto intenta ponerla encima, pero Yestin se agacha para quitarse los zapatos. Arrojándolos a un rincón oscuro del vehículo. Provocando que a Castiel le dé risa su actitud.
—Malditos zapatos —dijo ella molesta por usar esos tacones infernales—. ¿Cómo aguantan las mujeres semejante tortura?
—No lo sé, pero mis respetos porque no se ven para nada cómodos. —Él le da la razón a su prometida porque no logra comprender cómo es que las mujeres aguantan todo su peso en estar de puntas y el único poco que tienen es ese delgado palito que en cualquier momento se puede romper.
—La persona que los creó quería que nos rompiéramos la madre en el intento —comunica Y