El señor De la Rúa, aun estando en su oficina, sonríe victorioso por su logro. Aunque ahora tendrá que lidiar solo con su semejante elevación; sin embargo, sigue sin comprender cómo esa mujer logra esas emociones en él. Provocando así más su deseo por ella.
Se acomoda la elevación en sus calzoncillos y sale de ahí. Mientras camina hacia las escaleras, se encuentra de nuevo con la señora Johnson.
—¿Ha encontrado a la señorita? —preguntó ella muy amable.
—Si ya la encontré, pero tengo un trabajo para usted.
—Usted dirá, señor.
—Quiero que prepares a Yestin para una fiesta de mi familia; necesito que la dejes como toda una reina —aclaró Castiel.
—Claro que sí, señor —asintió Selene.
—Bien, me iré a dormir —se despidió Castiel alejándose de ella.
Sube las escaleras hasta subir al segundo piso. Deteniéndose en la entrada de su puerta. Viendo de reojo la puerta de la alcoba de su futura esposa, está tentado a tocar, pero decide mejor no hacerlo porque si la ve de nuevo,