Mundo ficciónIniciar sesiónLa familia De la Rua es una de las más poderosas y distinguidas de la ciudad. Se estima que su fortuna es tan grande que podían comprar la ciudad dos veces y aún quedarse con dinero. Su imperio se ha forjado por años. Incluso se dice que el linaje de su familia viene de Europa. Que pertenece a la distinguida sangre azul de esos lugares. Lo que vuelve a la familia la más deseada por todos. Cualquier persona quiere ser su socio. Solo decir que eres parte de la empresa de los De los de la Rúa. Eres la persona del momento. Además, ellos no se mezclan con cualquiera. Lo que los vuelve más deseables.
La distinguida familia De la Rua está conformada por el señor Leonardo, su esposa Maribel, su hijo Francisco y su otro hijo River. Leonardo estaba feliz de saber que su legado estaba asegurado después de que su hijo Francisco se casara y tuviera a sus dos nietos. Todo iba saliendo como tanto él había anhelado. Por todo lo que se había esforzado al salir de Europa y hacer su nuevo imperio en América. Sentía que su legado estaba asegurado por varias generaciones. Sin embargo, eso solo fue por un poco de tiempo. Debido a que su hijo Francisco y su esposa murieron. En un trágico y misterioso accidente, dejando a ambos niños huérfanos. Leonardo y su esposa estaban deshechos porque su mejor hijo se había ido de este mundo. Leonardo, por más triste que estuviera, no tuvo opción más que criarlos como sus hijos. Miraba en su nieto Castiel el futuro CEO de su empresa. Porque ni muerto dejaría su imperio en manos de su otro hijo. Que solo se la ha pasado despilfarrando su dinero de manera ilegal. Y no permitirá que su hijo y el bastardo de su nieto manchen su nombre y apellido de tal manera. Destruyendo lo que él tanto se había esforzado en levantar. Así que no tendría otra opción más que mandarlos al exilio y criar a Castiel a su imagen y semejanza. Convertirlo en un hombre poderoso y calculador… (Años después) El BMW se pone en marcha, comenzando a transitar por las calles de la ciudad y siendo acompañado de otros conductores a su alrededor. Los cristales negros del vehículo son de ayuda para cuidar al distinguido nieto del señor Leonardo. Castiel, que ahora es un hombre y el CEO de su empresa y futuro heredero de la fortuna De la Rua. También conocido como uno de los hombres más cotizados del momento. Y no solo por su dinero, sino por su belleza y figura tan deseable para cualquier dama. Castiel mira por la ventana a los transeúntes pasar por la calle, mientras que en su mente se pierde en sus pensamientos. Recordando cómo a su corta edad fue puesto a la cabeza del emporio familiar. Al cual le ha puesto todo su empeño y años de esfuerzo. Todo para tener contento a su abuelo. No puede decir que esté cómodo con su trabajo, pero tampoco se arrepiente y agradece de antemano poder darse unos cuantos lujos. Comer en los mejores restaurantes de la ciudad. Tener sirvientes que cumplen con cada uno de sus caprichos. Tener las mejores compañías femeninas del momento. Y lo mejor, sin tener que darle cuentas a nadie sobre sus salidas y llegadas a medianoche. Sin embargo, esta noche su abuelo lo ha llamado. Según tiene algo importante que decirle. Se muere de saber qué es lo que pasa. Espera que sea algo importante porque tuvo que posponer una salida con su amigo Ángel para estar en esta cena. Y esta noche irían al club nocturno que tanto les encanta ir. Donde puede ver las bellas tetas de las mujeres brincar mientras ellas se tocan con sensualidad. Además, el lugar tiene a las mujeres más hermosas. Aunque a veces no le gusta mucho ir con su amigo. Debido a que se embriaga bastante y se pone tan pesado con las chicas que las quiere tomar por la fuerza. Lo que le recuerda el altercado de hace unos años con esa pequeña chica tan joven; se podía ver por su cara tan indefensa. Él no iba a interferir en los asuntos del loco de Ángel, pero recuerda esa mirada asustada que tenía. Cómo sus ojos se llenaban de lágrimas y cómo por unos segundos se posaron en él, lo que sin duda lo motivó a intervenir. El auto llega a la enorme mansión de sus abuelos. Trayendo a Castiel a la realidad. Adolfo lo estaciona en la entrada, bajándose de él y abriéndole la puerta a su jefe. Castiel baja colocando sus pies usando unos elegantísimos zapatos oscuros que tocan el empedrado, se acomoda el saco y camina directo a la puerta principal. Siendo abierta por uno de los sirvientes que ha trabajado por varios años en la casa de su abuelo. —Buenas noches, señor De la Rua —saluda el hombre de mediana edad. —Buenas noches —le regresa el saludo—. ¿Dónde está mi abuelo? —pregunta Castiel por él. —Todos están en la mesa esperándolo —le informa el hombre de manera amable. —Gracias —le agradece Castiel entrando a la casa. Caminando hacia la habitación donde está la mesa. Entra al lugar mirando que sus abuelos están ahí y su hermana. —Buenas noches a todos. —Saluda, Castiel, a todos los presentes. —Buenas noches —responden todos en unísono, pero ese saludo tiene un peso que él no logra entender. Es como si esta noche todos estuvieran forzados a estar en la mesa. Castiel se acerca a su hermana despeinando su cabello, después a su abuela, dándole un beso en la mejilla y, por último, a su abuelo, que solo le coloca su mano en su hombro en señal de respeto; toma su lugar al frente de su abuelo. La cena es servida y comienza a degustar su comida. —Hijo —habla Leonardo después de unos minutos—, te cité para poder hablar contigo de un asunto muy serio. —Claro, dime —dijo Castiel impaciente. —Esto es difícil para mí, pero no veo otra opción —dice—. No creas que hago esto por mistificarte, pero he decidido que debes casarte. —¿¡Qué!? ¿Por qué? ¿Te he defraudado? —protesta Castiel confundido por la declaración de su abuelo. —No lo has hecho, pero nuestra familia es muy escasa, y yo necesito estar tranquilo y saber que mi empresa estará en buenas manos —manifiesta—. Tú, mejor que nadie, sabes que tu tío y tu primo son unos buenos para nada y nunca dejarían mi empresa en sus manos. Así que te daré el plazo de un mes para casarte.






