Así que entro a mi departamento, que está en total oscuridad. Me voy directamente a mi habitación, tomo mi laptop y regreso a la sala.
Y justamente en eso enciendo la luz y me llevo una inmensa sorpresa al ver a Evolet sentada en el sofá de la sala.
—Mierda —digo por la enorme impresión—. ¿Cómo entraste?
—Por la ventana —me responde.
En eso, volteo a ver la ventana de la sala y sí, efectivamente recuerdo que la dejé abierta.
—Pero dime, ¿encontraste algo que nos ayude? —me dice mientras veo que se cruza de piernas y ese movimiento se me hace tan sensual.
—Sí, pero tengo una mala noticia.
—¿Qué pasa? —me preguntó mirándome fijamente.
—Tenemos muy poco tiempo para hacer esto; mañana en la noche será trasladado —le cuento.
—Entonces muéstrame qué es lo que tienes, porque no tengo mucho tiempo para prepararnos —menciona.
—Está bien.
Y en eso abro el archivo con toda la información del árabe y me acerco a ella y me siento a su lado.
—Mira, estos son los planos de