Leandra se recostó en su cama de sábanas de seda, con la luz tenue de la lámpara bañando su rostro. Tenía entre las manos su celular y los labios pintados con una sonrisa venenosa. Entró a la galería y buscó la foto que había tomado a escondidas de Eva, en la cocina del departamento de Kevin. La imagen mostraba a la joven con su bufanda ladeada y el rostro cansado, un retrato crudo y sin glamour.
Los dedos de Leandra se movieron con rapidez sobre la pantalla.
"De princesa a Cenicienta: Eva Yang. La reina caída ahora trabaja como empleada. Qué vergüenza caer tan bajo."
Releyó la frase con deleite y sin pensarlo dos veces presionó publicar. Casi de inmediato, los comentarios y reacciones comenzaron a aparecer. El morbo de las redes sociales era su arma más poderosa. Ver a Eva expuesta y humillada frente a cientos de miradas era su venganza personal.
—Eso te pasa por intentar robarme a Kevin —susurró, acariciando la pantalla como si pudiera tocar la desgracia de su enemiga.
Con el corazó