Capítulo 42 Prueba el sabor.
El chofer obedeció y detuvo el auto frente a un restaurante. En verdad, Raina no sentía nada de hambre; lo de hace un momento solo había sido una excusa para fastidiar a Marta.
—En serio, no tengo mucha hambre —dijo Raina, lo único que quería era ver pronto a Celia.
Desde que bajaron del avión, se sentía intranquila; deseaba verla, pero al mismo tiempo tenía miedo de hacerlo.
—Yo sí tengo hambre —contestó Iván justo cuando el chofer le abría la puerta.
Él, con sus piernas largas y un pantalón negro, se bajó. Sus zapatos lustrados brillaron bajo la lámpara y, con su estatura, bloqueó la luz de la entrada, escondiendo su mirada penetrante.
Los dos se miraron.
—¿Segura que no quieres comer? No vaya a ser que después no tengas ni fuerzas para llorar —dijo Iván con un tono relajado y burlón.
¿Llorar? ¿Por qué creía que ella lloraría? ¿Acaso él también pensaba que lo de Celia había sido su culpa?
Raina recordó que todavía tenía muchas preguntas por hacer y bajó del auto.
Cuando vio que ella