Estación dos, Distrito trece, Año 1705
Asterin kendrick:
—¡Llegas tarde a la escuela, hija! —grita mi padre mientras golpea frenéticamente la puerta de mi habitación, su voz resonando como un eco por el largo pasillo.
—¡Lo sé, espera un poco! —respondo, apresurándome a empacar mis cosas en la mochila.
Con movimientos rápidos, deslizo cuadernos y libros dentro, sin preocuparme por el orden. Mientras cierro el cierre, me detengo un segundo frente al espejo para acomodar la corbata azul marino del uniforme. Mi reflejo me devuelve la mirada: cabello dorado desordenado, rostro apresurado.
Suspiro, agarro un coletero y recojo mi cabello en una coleta alta. El calor del verano es sofocante, y puedo sentir pequeñas gotas de sudor formándose en mi nuca.
Estoy a punto de salir, pero algo me detiene. Giro sobre mis talones y me doy cuenta de un pequeño, pero crucial, detalle.
—¡Mis zapatos! —grito, regañándome a mí misma por ser tan despistada.
Miro mis pies. Solo llevo las medias b