Cuando Aria salió con Sophie por la puerta principal del hotel donde trabajaban, pensó que la noche por fin había terminado, pero tras hacer varios pasos ambas vieron a Julian esperando a un lado del gran edificio, La joven sintió cómo el estómago se le encogía otra vez. Su amiga se tensó de inmediato, tomándola del brazo para alejarse de allí.
—Tranquila, Soph —dijo Aria volteando a ver a su amiga—. Hablaré con él.
—¿Estás segura? —Aria asintió sin emitir palabra—. ¿Quieres que me quedé? —preguntó, mientras la soltaba.
—No hace falta, solo quédate cerca por sí acaso —respondió Aria, aunque ni ella estaba segura de su decisión.
—Seguro, no me iré lejos —dijo Sophie retrocediendo unos pasos, lo suficiente para oír si pasaba algo.
Julian levantó la mano a modo de saludo, como si quisiera suavizar la tensión, pero su mirada no seguía el gesto.
—Aria… solo un minuto.
—Solo tienes un minuto —dijo ella, firme.
—Anoche me excedí —respondió él—, y quiero aclararlo.
Aria cruzó los brazos.
—Jul