—¿De qué estás hablando, Alejandro?
Sofía lo miró con cara de inocente y dijo:
—Yo solo me estaba bañando tranquila, fuiste tú quien entró de repente, ¿cómo es que ahora la culpa es mía?
—Tú...
Alejandro la observó fijamente.
Sofía llevaba solo una toalla envuelta, dejando al descubierto sus largas y blancas piernas. Su cabello mojado caía sobre un hombro, con gotas de agua en su clavícula, mostrando una imagen muy provocativa.
Notando la mirada fija de Alejandro, Sofía jaló un poco la toalla hacia arriba y preguntó:
—¿Qué quieres, Alejandro?
—¿Quién te dijo que podías romper la ropa de la sirvienta?
Ante la acusación, Sofía puso cara de inocente y preguntó:
—¿Quién rompió la ropa? ¿De qué estás hablando?
—Sofía, no te hagas.
Alejandro dijo con tono frío—¿Qué pretendes haciendo esto? ¿Desafiarme? ¿O solo quieres llamar mi atención?
—De verdad no entiendo a qué te refieres.
Sofía fingió estar confundida—Nunca he visto la ropa de ninguna sirvienta, si quieres acusarme, al menos busca a a