—Qué curiosa esta sirvienta.
Sofía dijo:
—Apenas ayer Alejandro me pidió que regresara, ¿cómo voy a cortar las cámaras sin motivo? Aunque haya estado en la casa de los Rivera por tres meses, no soy una sirvienta de ellos, ¿cómo iba a saber dónde está la central de las cámaras? Además, hoy en la casa solo parece que estás tú de sirvienta, ¿no? Y yo, siendo una señorita de familia, ¿para qué te calumniaría?
—¡No fui yo! ¡No fui yo!
Lidia se puso nerviosa y trató de explicarle a Alejandro:
—Señor Rivera, ¡me están acusando injustamente!
—¡Ya basta!
Alejandro frunció el ceño.
Él no ignoraba que estos sirvientes siempre habían estado molestando a Sofía a sus espaldas.
Pero siempre le daba pereza defenderla, esperando que Sofía simplemente se rindiera.
Pero esta vez Lidiase había pasado.
Alejandro dijo con frialdad:
—En la familia Rivera no necesitamos empleados con ese tipo de comportamiento. Ve por tu sueldo de este mes, y a partir de hoy, ya no trabajarás aquí.
Al escuchar esto, Lidia se