Mientras Mariana entraba al edificio uno, rodeada por Silvia y Mónica, se encontró con una escena que no esperaba.
El lugar estaba repleto de guardaespaldas del Grupo Rivera.
Al ver a Alejandro Rivera, Silvia le saludó con entusiasmo:
—¡Señor Rivera!
Alejandro frunció el ceño. Se giró, y fue entonces cuando vio a Mariana... pero también vio a Sofía, justo delante de él.
Sofía tenía el brazo sujetado por Alejandro. Al ver eso, el rostro de Mariana se puso blanco.
—¿Sofía? ¿Tú qué haces…?
El rostro de Silvia también cambió. Se miró con Mónica, confundidas.
Ambas estaban convencidas de que Alejandro venía a buscar a Mariana.
¿Quién se iba a imaginar que, en realidad, había venido por Sofía?
La tensión en el primer piso del edificio uno era tan densa que se podía cortar con un cuchillo.
—Alejandro… ¿Qué está pasando? —preguntó Mariana, intentando ocultar su enojo.
Sofía se soltó del brazo de Alejandro y dijo con una sonrisa irónica:
—¿No venía el señor Rivera a buscar a la señorita Mariana