En ocasiones anteriores, Mariana todavía fingía defender la imagen de justicia y equidad. Pero esta vez, se inclinaba por completo hacia Silvia.
El director lo entendió de inmediato: aquello era presión directa.
Miró con incomodidad a Sofía, sentada frente a él.
Al fin y al cabo, esa muchacha había sido la prometida de Rivera, y además contaba con la protección de Ruiz.
Si llegaba a castigarla con demasiada dureza y desde ellos pedían cuentas, ¿cómo podría justificarlo?
Con esa duda en la mente, volvió a mirar a Mariana. Recordó que ella era la favorita de Alejandro y decidió que lo último que quería era enemistarse con ella.
Golpeó la mesa con la mano y le dijo a Sofía:
—¡Sofía! Todas ellas afirman haberlo visto. Que tú golpeaste. ¿Qué tienes para defenderte?
En su tono se adivinaba la súplica: buscaba que ella le diera algún argumento con el cual sostenerla, aunque no convenciera del todo.
Sofía no era ingenua. Caminó hacia Silvia y le tomó la muñeca.
Silvia intentó zafarse, pero el