—¿Yo la ataqué? —Sofía soltó una risa incrédula. Apenas había sujetado la muñeca de Silvia; en realidad no le había hecho nada.
Y ahora, esa muchacha ya crecida se retorcía dramáticamente, apretándose la muñeca y gritando de dolor.
Los demás estudiantes entendieron la seña de sus ojos. Enseguida la respaldaron, lanzándose contra Sofía:
—¡Sofía, qué barbaridad! ¿Qué te hizo Silvia para que la trates así? Ella solo estaba enojada porque Mónica tuvo que dejar la escuela, ¿y tú qué haces? ¡La agredes con toda tu fuerza!
—Exacto, Sofía, lo tuyo fue pasarte de la raya. Esto tiene que aclararse frente al director. Ya casi llegan los exámenes, ¿y si a Silvia le queda la mano dañada quién va a responder?
Las voces se multiplicaron alrededor, formando un coro que acusaba.
Y Sofía comprendió al instante la jugada de Mariana: quería sacarla de la universidad antes de los exámenes finales.
El movimiento era demasiado apresurado, demasiado obvio.
—¡Sofía Valdés, no pienso dejarte en paz! Ahora mis