DOS DIAS DESPUES
RUSIA NO SE DETIENE
Las luces tenues de la oficina acariciaban el rostro de Alexandra Morgan mientras la pantalla iluminaba sus facciones concentradas. En ella aparecía la sonrisa cálida de Alicia, su hermana mayor, desde Milán.
—Rusia te está sentando bien —comentó Alicia con una ceja arqueada—. Aunque… pareces más tensa que de costumbre.
Alexandra sonrió apenas, con ese toque de ironía elegante que sólo alguien con su temple podía sostener.
—Rusia no es un lugar para relajarse, Ali. Aquí todo es un juego de ajedrez constante… y yo apenas estoy conociendo el tablero.
—¿Y los niños? —preguntó luego, cambiando de tema con dulzura—. ¿Cómo están? ¿Sigue Alessio con su manía de romper sus juguetes para “mejorarlos”?
—No cambió nada, ayer convirtió su robot en una especie de tostadora con patas —rió Alicia—. Te extrañan, Alex.
La sonrisa de Alexandra se suavizó.
—Yo también.
La conversación se alargó unos minutos más, entre anécdotas, consejos de negocios y promesas de