Alexandra caminaba con paso firme por los pasillos de Morgan Enterprises. El aire frío del edificio apenas alcanzaba a apaciguar el fuego contenido que ardía en su interior desde la noche anterior. Sin embargo, su rostro era una máscara perfecta de control. Ni un atisbo de emoción se filtraba por sus facciones; ni una grieta en su expresión calculada.
—¿Los informes están listos? —preguntó sin detenerse.
—Sí, señorita Morgan. Están sobre su escritorio —respondió su asistente con nerviosismo, percibiendo la tensión silenciosa que envolvía a su jefa desde temprano.
Alexandra entró en su oficina y cerró la puerta tras de sí. Se dirigió directamente al escritorio. El sol se filtraba entre los ventanales altos, iluminando el lugar con un resplandor suave, casi cálido. Pero en su pecho, no había más que frío análisis.
Extendió los documentos sobre el cristal del escritorio y comenzó a leer.
Blindaje total.
Las palabras aparecían una y otra vez entre los gráficos, códigos de seguridad,