Punto de vista de Carla
Gracias a la Diosa por Julio, porque sin él, de verdad creía que estaríamos muertos. Fue él quien logró calmar a Héctor lo suficiente para que los soldados me llevaran en su vehículo.
Podía sentir el aura enojada de Héctor tratando de sofocar el aire a nuestro alrededor, incluso cuando entré en la parte trasera de la furgoneta del consejo. Julio siguió el vehículo casi rozando el parachoques mientras yo estaba en él.
—No digas nada, Carla, averiguaré quién hizo esto. Te sacaré de allí. —Héctor susurró en mi oído mientras salía del vehículo y me llevaban a un edificio de oficinas en la ciudad.
Un soldado del consejo empujó a Héctor a un lado, desatando un gruñido feroz a mi alrededor hasta que mi mirada firme logró calmarlo.
Aún no sabíamos qué estaba pasando, no provocaríamos una guerra antes de tiempo.
Me llevaron a un edificio que no parecía en absoluto una prisión, era un bloque de torres de vidrio más acorde con el diseño de una oficina humana, el último lug