No era su amante pero tampoco su mujer, ¿entonces que era Amelia Paredes para él? Un trato, una obsesión, un puñetero dolor de cabeza en forma de mujer que no salía de su mente. La posible madre de su futuro y necesario hijo. Era difícil ponerle un calificativo a alguien que te vira la vida al revés y tú no sabes ni en qué momento sucedió. Fabio Martinelli un millonario y poderoso hombre que un día firmó un estrambótico trato y terminó por virarle su vida al revés.
Leer másFabio empezó a reconocer su rostro con la yema de los dedos, su boca, su nariz, todo. —No necesitas maquillaje, me gusta como cuando vienes a trabajar. —Solo quería lucir diferente hoy. —No tienes necesidad de lucir diferente, solo tienes que ser tú y para eso necesitas deshacerte de cierta y determinadas cosas que definitivamente no van contigo. La miró por un segundo, le sonrió y luego con un rápido movimiento le rompió el vestido negro que ya a estas alturas se había convertido en su peor enemigo. —¡¿Pero qué haces?!—preguntó Amelia asombrada y tratando de cubrirse sus pechos, se había puesto una lencería negra al igual que el vestido. —Te advertí que no te pusieras ese vestido, pero la señorita se empeñó en contradecirme, ahí tienes las consecuencias. —¡¿Pero estás loco o qué?! ¿¡Solo porque me pongo una ropa que no te gusta me la rompes!? —No es cualquier ropa—le dijo sentándose cómodamente para observar su pequeño aporte a la industria de la moda—es el vestido que te dió
—¡Pero que hermosa estás!—comentó Carlos al verla. —No exageres. —Pero no estoy exagerando, estás hermosa, hasta te pusiste zapatos altos. —Un poquito—sonrió— no quería verme hoy tan bajita. —Bueno vamos, que tenemos que llegar temprano, ya sabes, hay que causar buena impresión. Fueron todo el camino hablando del proyecto y de como iban a enfocar la campaña publicitaria, Carlos era incansable con el trabajo así que eran el binomio perfecto porque Amelia era idéntica. Después de un rato llegaron a la empresa, el lugar estaba lleno de periodistas, Amelia estaba nerviosa, se sentía pequeñita, fuera de lugar. —Vamos—le comentó Carlos después de parquear el carro y salir de este—no te asustes, los periodistas son como sanguijuelas pero sé mantenerlos a raya, Amelia sonrió, respiró profundo y salieron ambos directamente a la puerta principal de la empresa, ella realmente estaba más nerviosa por Fabio que por los periodistas, no dejaba de pensar en la noche anterior y las cosas que
Fabio abrió los ojos y miró a su alrededor le tomó unos segundos acordarse de donde había pasado la noche, se sentó en el sofá y se estiró, le dolía todo el cuerpo, era un hombre grande, dormir en un sofá no era la mejor idea del mundo, vió la manta y sonrió. “Ella me la puso” Pensó para sus adentros, porque estaba muy seguro que solo se había tirado en el sofá la noche anterior. Se levantó y se estiró nuevamente, necesitaba un baño pero no era el lugar ni el momento indicado, así que simplemente salió de la casa, se montó en su auto y se fue. A Amelia el sonido de la puerta y del carro la despertaron, se había quedado dormida muy tarde . Abrió la puerta con precaución y caminó en punticas de pie hasta la sala, el corazón se le cayó al suelo cuando vió el sofá vacío y la manta a un lado. —Se fue sin tan siquiera decirme nada— se dijo a si misma con lágrimas en los ojos. Regresó por donde mismo había venido a su habitación y se acostó en su cama tapándose por completo. *** —¡Ya v
Amelia un poco más y tiene que recoger su mandíbula del suelo.—¿¡Tuya!?—Amelia, déjame aclararte algo—le dijo sosteniéndole la mirada—que tú no seas mi esposa no significa que puedas andar con otro hombre, lo mío es mío—dijo bajito y acercándosele aún más.—¡Tú y yo solo tenemos un trato!— le respondió ella asombrada por la reacción de Fabio.Él sonrió, se mordió su labio y la miró descaradamente antes de hablar.—Tú y yo tenemos más que un simple trato, tú vas a ser la madre de mis hijos por consiguiente para ello yo te tengo que follar muchísimas veces y no me gusta que mi comida la esté manoseando otro, ¿así o más claro?—¿Mu…muchas veces?— prácticamente balbuceó.—Tantas—se le pegó a su oído al punto de rosarle la oreja con sus labios—que tu cuerpo solo va a desearme a mi dentro de él. Amelia tuvo que aguantarse de la meseta de la cocina porque sus piernas le fallaron. Lo tenia tan cerca que podía escuchar los latidos de su corazón, podía claramente sentir el olor que su cuerpo
—Buenos días Eva.—Buenos días señor.Fabio se quedó unos segundos parado sin moverse porque le pareció escuchar una risa a lo lejos, cuando iba a seguir camino para su oficina la volvió a escuchar.—¿Y esa risa de dónde viene?—le preguntó a Eva.—Ah, esa es Amelia, llevan rato ella y Carlos así, muertos de la risa.A Fabio no le gustó para nada el comentario de Eva y ella se dió cuenta así que aprovechó para echarle más sal a la herida.—Carlos subió hasta unos vestidos— dijo así como que a la ligera.—¿¡Vestidos!? ¡Como que vestidos!—preguntó Fabio intrigado.—Si, parece que Amelia no tenía nada adecuado para la fiesta de mañana y Carlos se ofreció a… ayudar, ya usted sabe como es él de buena persona.Carlos tenía fama si, pero no precisamente de buena persona sino de mujeriego y no es que no fuera buen tipo, si lo era, pero su fama de galán era demasiado fuerte como para que a Fabio le viniera otra idea a la cabeza.—Yo usted entro—siguió presionando Eva.—¿Tú crees?—¡Claro! Usted
—¡¿Hablas en serio Fabio?!—le preguntó Claudia asombrada.—Yo jamás bromeo cuando hay plata de por medio—le respondió muy serio.—Pero Fabio, tú sabes lo importante que era ese proyecto para mi, si no fuera por el accidente yo…—¡Ya basta Claudia!—gritó Fabio— has tenido dos años, ¡dos puñeteros años! para retomar tu vida y no lo has hecho, esto hubiera sido estupendo para retomar tu carrera, te hubiera lanzado al estrellato, ¿pero que hiciste? Nada, absolutamente nada y yo ya me cansé de perder plata por ti, no voy a cancelar un contrato tan bueno como ese.Amelia no sabia donde meterse, había quedado varada en medio del fuego cruzado que ahora mismo se desarrollaba en su oficina, por lo visto Fabio era un hombre de malas pulgas, si lo provocabas un poco te iba a pesar grandemente.—Amelia—dijo finalmente mirándola—encárgate de los detalles con Carlos, vamos a presentarle un nuevo proyecto el fin de semana en la fiesta de aniversario.Amelia solo asintió.—Tú y yo nos vamos—se refiri
Amelia se había pasado todo el día pensando como podia convencer a Fabio de retomar el contrato con la linea de cosméticos. Su encuentro con Carlos había sido muy bueno, hablaron de mil cosas, Carlos era todo un artista, con la misma dosis de creatividad que de locura, realmente le había caído muy bien. Ahora necesitaba a alguien que la ayudara a comprender un poco más como funcionaban las cosas ahí, quizás si hablaba con Eva ella podría ayudarla, así que sin pensarlo dos veces salió de la oficina y fue directo al escritorio de Eva.—Hola Eva ¿ ya almorzaste?—No, estaba terminando esto para ir, tengo un hambre terrible.—Vamos, te invito—¿En serio?— le dijo un poco asombrada.—Si, claro que es en serio, conozco un buen lugar cerca de aquí, vamos.Salieron las dos muchachas rumbo al restaurante que conocía Amelia.—Dime, que quieres saber—le dijo Eva sentándose en el lugar en cuestión.Amelia se tuvo que echar a reír— eres una mujer inteligente, ya me caes bien.—¿Crees que si no lo
—Lo tenemos de nuestro lado— dijo Pablo por teléfono ya dentro de su carro. —Vamos bien, tener a Theo de nuestro lado es un buen paso. Tú y yo, ¿cuándo nos volvemos a ver? Hizo silencio para escuchar la respuesta.—La semana que viene, ¿ok? Ni un día más ni uno menos.***—¿Entonces te quedas con esta?, ¿no quieres primero ver otras opciones?—le preguntó Fabio ya fuera de la casa.—No, estoy segura que esta es perfecta para mi.—Entonces le paso los datos a Marcos para que se encargue de la compra, supongo que en unos días ya te podrás mudar.—Y… cuando tú y yo, o sea cuando nosotros…— ¿Nos acostaremos por primera vez?—Eso—bajo la cabeza Amelia de pura vergüenza. Fabio respiró profundo, para él también era un poco incómodo, tuvo muchas mujeres en su vida pero ninguna como Amelia, era una situación rara la de ellos dos.—Primero múdate, después vemos eso—terminó por responderle—Em… una duda, ¿es verdad que todavía eres virgen?Amelia le vinieron los colores al rostro, no sabia ni
—¿Se puede saber para qué quieres trabajar?”—le preguntó Pablo a su hija ya estando ambos en la casa.—Porque si voy a ser libre quiero serlo por completo y sin independencia economía una persona no es realmente libre—dijo firmemente Amelia. —Eres un bicho raro—le dijo finalmente Pablo después de miraría detenidamente por unos segundos—Bueno, que se puede esperar de alguien que ni su propia madre quizo.Amelia apretó las manos en unos puños, dio media vuelta y salió caminando apurada hasta llegar a su cuarto y encerrarse en el. Llevaba toda su vida escuchando la misma frase pero no se acostumbraba a ella, ¿cómo era posible que su propio padre la tratara tan mal? Nunca había podido responderse esa pregunta. Durante años lloraba por horas, se deprimía y muchas veces hasta pensó en suicidarse pero por suerte los estudios la ayudaron a salir de esa depresión se volvió obsesiva con ellos, estudiaba todo lo que podía, era lo único para lo que su padre le había dado libertad.Pero ahora ten