7-Eres mía.
—Buenos días Eva.
—Buenos días señor.
Fabio se quedó unos segundos parado sin moverse porque le pareció escuchar una risa a lo lejos, cuando iba a seguir camino para su oficina la volvió a escuchar.
—¿Y esa risa de dónde viene?—le preguntó a Eva.
—Ah, esa es Amelia, llevan rato ella y Carlos así, muertos de la risa.
A Fabio no le gustó para nada el comentario de Eva y ella se dió cuenta así que aprovechó para echarle más sal a la herida.
—Carlos subió hasta unos vestidos— dijo así como que a la ligera.
—¿¡Vestidos!? ¡Como que vestidos!—preguntó Fabio intrigado.
—Si, parece que Amelia no tenía nada adecuado para la fiesta de mañana y Carlos se ofreció a… ayudar, ya usted sabe como es él de buena persona.
Carlos tenía fama si, pero no precisamente de buena persona sino de mujeriego y no es que no fuera buen tipo, si lo era, pero su fama de galán era demasiado fuerte como para que a Fabio le viniera otra idea a la cabeza.
—Yo usted entro—siguió presionando Eva.
—¿Tú crees?
—¡Claro! Usted