Capítulo 37. Parte 1
Diego:
«¿Antonella, en esta faceta seductora?».
Jamás pensé que esta versión de ella, que ya conozco bien, lograría desarmarme de esta manera. Hoy no hay rastro de timidez; solo veo ese fuego familiar, un deseo que me atraviesa. Me mira, se acerca y roza mi brazo con una calma que me enloquece. Cierro los ojos un instante, intentando contener la avalancha, pero su perfume y la calidez de su cuerpo me ganan.
—¿Qué haces? —pregunto con una sonrisa que me cuesta mantener.
—Inaugurando la casa —susurra con picardía, rozando mis labios.
Su atrevimiento me encanta. La beso, primero suave, después con necesidad. Sus labios responden con la misma urgencia. La tomo por la cintura y la acerco; su cuerpo y el mío encajan a la perfección.
El mundo se reduce a nuestras respiraciones agitadas y al sonido de la ropa que cae. La llevo contra la pared, sin dejar de besarla, sintiendo cómo se arquea, buscando más.
—Antonella… —murmuro en su cuello, saboreándola—. Sabes lo que me haces.
Ella ríe entre s