Verdades al borde (2da. Parte)
El mismo día
Cardona, Cataluña
Iván
Por primera vez tuve que quedarme de brazos cruzados y confiar en que Camila no cometiera la estupidez de aceptar un compromiso con Mateo, ni siquiera por apariencias. La frustración me recorría como un fuego contenido; sentía el impulso de revelar nuestra relación sin pensar en las consecuencias. Menos mal que ella tomó el control de la situación —con esa serenidad que a veces me desarma— y se marchó con él al jardín. Me quedé en el comedor, fingiendo calma, aunque la rabia me palpitaba en las sienes.
Mientras intentaba no desesperarme, Andrés decidió romper el silencio con su habitual tono mordaz.
—Mamá, es normal que Camila y Mateo quieran un momento a solas. Seguro que más tarde nos darán la gran noticia de su boda —comentó con una sonrisa burlona.
Mi mandíbula se tensó. Doña Beatriz asintió lentamente.
—No me gustó la actitud de Camila con el pobre de Mateo. Apostaría que está enamorada —dijo, con ese aire de superioridad que siempre usaba para