Sangre y silencio (4ta. Parte)
Días después
Málaga
Ramiro
Juliana había abierto una puerta para acabar con el bastardo de Iván con el asunto de la identidad falsa, pero también existía preocupación por el estado de salud de Camila, algo que no podíamos controlar; eso no entraba en mis planes. Más bien debía prepararme para lo que se desataría si ella no sobrevivía.
Di unos pasos por su despacho, el vaso de whisky crujió en mi mano, y dejé escapar un suspiro que intentó ser indiferente pero no lo consiguió. Me obligué a calmar la voz antes de hablar.
—Si no sobrevive Camila será un daño colateral que nos traerá problemas. Nada que no podamos resolver.
Juliana me miró con los ojos encharcados.
—Ramiro la situación es más complicada. Las pericias sobre el auto se intensificarán, tu cuñado no va descansar hasta comprobar que hubo sabotaje… —dijo, con la voz baja y apresurada.
La rabia me subió en un calor seco. Le clavé mi mirada fulminante.
—Ya sabes lo que hacer. Elimina los cabos sueltos, mira la manera de acceder a