Latidos y conflictos (1era. Parte)
El mismo día
Cardona, Cataluña
Camila
La incomodidad me recorrió cuando Mateo me sujetó la mano con aquel agarre demasiado suyo; el contacto fue como una advertencia. Y como si eso no bastara, la llegada inesperada de Iván multiplicó la tensión: verlo en pie me devolvió el aliento, pero tampoco quería que el encuentro derivara en desconfianza ni en una escena. Antes de que yo lograra abrir la boca, fue Mateo quien actuó, marcando territorio como un animal; el cruce de palabras se desató y tuve que ponerme en medio para que la situación no se me fuera de las manos.
En medio de aquel momento tenso, verlo a él entero fue un alivio. Sentí que podía respirar y, sin pensarlo dos veces, lo abracé en cuanto estuvimos a solas. El corazón me ganó; y a pesar de la mezcla de emociones, algo me inquietaba: la clausura de las minas. No dudé y le pregunté si tenía alguna salida.
Por un instante, el silencio se apoderó del jardín. Lo miré hasta que sus labios rompieron la calma.
—Camila, tengo alguna