Latidos y conflictos (2da. Parte)
El mismo día
Cardona, Cataluña
Iván
Salidas no tenía al problema de las minas, pero quería ayudar a Camila y protegerla de las trampas de Ramiro. Mateo, como siempre, cumplía un doble propósito: manipularla y mantenerme alejado de ella. Esa noche nos sentamos a revisar cada supuesta infracción con la ayuda de Fátima, que conocía el tema mejor que nadie. Mateo se apoyaba en la puerta, brazos cruzados, con esa mezcla de desdén y desafío que siempre lo caracterizaba, observándonos como si fuera juez y parte.
—Chicos, ya me asesoré, ya me leí todas las leyes ambientales, de seguridad y demás, pero en estos papeles no hay nada que nos sirva para levantar la clausura —dijo Fátima, frunciendo el ceño y extendiendo los documentos sobre la mesa.
Mateo murmuró algo entre dientes, moviendo la cabeza, con esa seguridad que siempre me ponía nervioso.
—No podemos seguir esperando a que el delegado del gobierno vuelva de vacaciones… y ni siquiera hay garantía de que nos ayude cuando regrese —dijo Ca