POV ALEXANDER
Había estado a punto de negarme. De rechazar la invitación a desayunar con los padres de Nicole. Mi lógica me gritaba que era una pérdida de tiempo, una intromisión en mi agenda perfectamente calculada, un paso innecesario en una relación que, por definición, era temporal y puramente profesional.
Pero entonces, vi la mirada de la madre de Nicole. Sophia. No era una mirada de exigencia, ni de juicio. Era una mirada de genuina amabilidad, de preocupación y maternal. Había algo en la forma en que sus ojos se iluminaron cuando me ofreció en cada cosa que había preparado, una calidez que me desarmó por completo. Era un gesto tan simple, tan normal. Un eco de algo que nunca había conocido. Mi madre nunca me había ofrecido un café por la mañana. Nunca me había cocinado un desayuno para desearme un buen día antes de ir al colegio. Sus gestos de afecto, si es que se les pueden llamar así, siempre habían estado ligados a la demostración de poder, a la conveniencia y a la imagen. U