Mundo ficciónIniciar sesiónSem muitas opções de emprego no seu antigo país, Ana Cooper se mudou para Seul, para tentar mudar de vida, e lá conheceu Lion Valentim, um homem sedutor, CEO de uma das grandes empresas de Seul, KN. Quanto mais ela tentava não mostrar seus desejos, parecia que mais ele brincava com a sua sanidade. A vida de Ana Cooper começa a virar uma loucura após começar a conhecer o prazer incontrolável do proibido. Porém, Lion Valentim não tinha revelado o segredo na qual poderia mudar tudo.
Leer más༻ IGLESIA DE SANTA ANASTASIA༺
༻ VERONA — ITALIA ༺
Los murmullos provenientes de las conversaciones que sostienen los invitados, recorren la nave central de la Iglesia y se cuelan hasta la sala de descanso donde Victoria se encuentra a la espera del anuncio del comienzo de la boda, y es que, contrario a lo que cualquiera podría esperar, no es ella sino el novio quien se encuentra llegando tarde a la ceremonia.
—Victoria cariño, tienes que calmarte —insiste por tercera vez la voz de Thalia —. Si no dejas de dar vueltas, no solo arruinaras el vestido, terminarás abriendo un hueco en el suelo.
Y aunque las palabras de su madre, buscan calmar sus nervios, la verdad es que, se siente tan nerviosa en ese momento que casi puede jurar que si deja de caminar alrededor de la estancia podría llegar a sufrir de algún ataque de ansiedad.
—¿Y si se arrepintió de casarse conmigo? — es lo primero que sale de sus labios luego de dar un par más de vuelta y detenerse de forma abrupta cuando esa idea cruza por su cabeza —. Tal vez se dio cuenta de que no soy la mujer que él esperaba y por eso se arrepintió de casarse conmigo.
Thalia siempre suele definirse a sí misma como una mujer medianamente consciente de cómo dominar sus emociones, pero, aun así, justo en ese momento no puede evitar rodar sus ojos con un deje de exasperación ante las palabras dichas por su hija.
—¡No digas tonterías! — exclama al tiempo que se coloca de pie y camina hasta su hija para tomarla de los hombros y moverla ligeramente como un gesto que busca llamarla a la calma —. ¿De dónde sacas ese tipo de ideas sin sentido? Xavier te ama, y esa es una realidad innegable dado que él no pierde la más mínima oportunidad para demostrarlo, así que dudo mucho que por un solo segundo él esté pensando en cancelar la boda o peor aún en dejarte plantada.
Y Victoria sabe que hay total razón en las palabras de su madre, después de todo, la razón por la cual Xavier se encuentra llegando tarde el día de su boda, es por la simple razón de que su comando se vio obligado en asistir a unas maniobras de defensa de las cuales no pudo escapar.
Pero, si debe confiar en las palabras dichas por su tío Alessandro después de que este hablara con su padre en una llamada breve, en ese preciso momento, Leonardo ya ha recogido a Xavier y se encuentra manejando de camino a la iglesia para que la boda pueda llevarse a cabo.
—Mamá… —dice en tono bajo mientras sus manos se cierran una sobre la otra—. Yo… ¿y si no soy una buena esposa?
Thalia solo la escucha y sonríe dulcemente para luego acariciar la mejilla de su pequeña.
—Cariño, no veo ninguna razón por la cual no puedas ser una buena esposa —asegura mientras sigue brindando consuelo con su caricia.
—Es que todo va a cambiar, algunas cosas serán diferentes y yo…
—Tendrás que aprender a lidiar con ello y a sobrellevar las cosas —dice, cortando las palabras de Victoria—. Créeme, hay días donde tengo que tenerle mucha paciencia a tu padre, y otros donde me pregunto “¿cómo es que puede soportarme?”
Y esas palabras hacen que Victoria observe fijamente a su madre.
En los quince años que lleva junto a sus padres, nunca los ha visto discutir o tener algún tipo de diferencia significativa.
—Eso es porque papá nunca te lleva la contraria.
—Eso es porque llevar la contraria es mi trabajo —afirma con marcada diversión—. Ningún matrimonio es fácil amor, mira a tu tío Alessandro y a tu tía Nicole, su relación no fue fácil, y con lo ocurrido entre ellos nadie hubiese apostado que llevasen casados tanto tiempo.
Victoria se permite un momento para pensar en ello.
La verdad es que ama a su tío Alessandro, pero, si debe ser sincera, no sabe si hubiese tenido la capacidad de perdón de su tía Nicole para estar nuevamente con él después de lo que le hizo.
Por otro lado, si lo piensa bien, en todo ese tiempo no ha tenido la oportunidad de hablar con sus padres y pedirles saber su historia de amor, y tal vez, esa sea su mejor oportunidad para conseguirla.
—Mamá —dice en tono suave mientras toma las manos de su madre. Llevándola hasta el asiento cercano, la hace tomar asiento junto a ella —. Tú y papá ¿cómo se conocieron? ¿Quién se enamoró primero?
—Definitivamente, ese fue tu padre —responde con marcada convicción ante la última pregunta.
—¡Mamá! Estoy hablando en serio.
—Y yo también —una ligera risa sigue a esa respuesta—. Tu padre siempre ha sido el más valiente de los dos cuando se trata de hablar de sentimientos. Incluso, él se dio cuenta de que yo lo amaba mucho antes de que yo misma lo hiciera.
Tras esas palabras por parte de Thalia, tanto ella como Victoria guardan un momento de cómodo silencio, luego, una sonrisa llena de dulzura y ensoñación se dibuja en el rostro de la mayor.
—Tal vez, te decepcione saber que la historia entre tu padre y yo estuvo llena de momentos amargos y difíciles, y la verdad es que, no creo que sea la clase de historia que quieras escuchar estando a pocos metros del altar.
Pero la respuesta de victoria es muda, se limita en afianzar un poco más el agarre sobre la mano de su madre y dedicarle una ligera sonrisa.
—De acuerdo, todo comenzó con la ruptura de mi noviazgo y una apresurada y mala decisión de compañeros en un viaje.
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Eu sempre achei que o silêncio fosse reconfortante.Mas naquela noite… ele era sufocante.O apartamento parecia ecoar um peso invisível, como se cada parede guardasse um segredo que eu ainda não sabia.A pasta preta estava ali.Onde ele sempre a deixava.Como se me desafiasse.Por dias, ignorei. Me convenci de que não era da minha conta, que se houvesse algo que eu precisasse saber, Lion me contaria. Mas depois de tudo… depois de quase perder minha vida… minha confiança não era mais a mesma.Meus dedos tocaram o fecho frio.O clique do metal soou como um tiro dentro da minha cabeça.Abri.O cheiro de papel antigo subiu.Fotos. Documentos. Cópias de conversas.Meu olhar foi direto para um nome que me fez estremecer: Jennifer.Não era possível.Mas era.E, enquanto folheava, cada página parecia uma punhalada mais profunda.Mensagens com duplo sentido. Anotações sobre mim.“Ela não pode ficar solta.”“Se o acidente for limpo, ninguém vai desconfiar.”Meu estômago se revirou.A respiração
O cheiro.O cheiro do hospital ainda está grudado na minha pele, como se eu tivesse trazido ele junto para este novo apartamento. Por mais que as paredes aqui sejam limpas, claras, e o ar tenha perfume de lavanda… minha mente ainda ouve o som das máquinas.Fecho os olhos e ainda sinto o impacto.Aquele segundo que separa o “tudo bem” do “nunca mais igual”.Lion diz que agora estou segura. Ele diz que essas paredes são um refúgio, que ninguém vai me encontrar aqui. Mas eu sei — segurança não é feita de concreto. É feita de certezas. E eu não tenho nenhuma.Jennifer.O nome dela pulsa na minha cabeça como uma febre. Não é só medo. É ódio. Um ódio frio, que nasce quando você percebe que alguém quis arrancar sua vida… e que, por um milagre qualquer, falhou.Mas não é só ela que me tira o sono.É ele.Lion.Não sei se é o jeito como ele me olha, como se estivesse sempre calculando algo, ou o silêncio dele quando eu faço perguntas. Sei que ele está escondendo coisas. Eu vejo nos olhos dele.
A porta da cobertura se abriu com um estalo seco. Lion entrou com o corpo tenso, as mãos nos bolsos do sobretudo. Não queria estar ali. Só voltou porque sabia que precisava encarar aquilo de frente.E lá estava ela.Jennifer, sentada à mesa da sala de jantar como se fosse apenas mais uma noite comum. Velas acesas. Vinho servido. Pratos dispostos com precisão. O cheiro de massa fresca no ar.— Chegou cedo hoje — disse ela, com um sorriso lento. — Achei que fosse ficar no hospital… com ela.Lion não respondeu. Apenas jogou as chaves sobre o aparador e a encarou em silêncio. Um silêncio espesso. O tipo que grita.— O que é isso, Jennifer? — disse, por fim, a voz fria.Ela se levantou devagar, puxando a cadeira para ele, com a mesma calma de quem serve veneno num copo de cristal.— É só jantar. Entre um caos e outro, achei que merecíamos uma conversa civilizada.Lion se aproximou, mas não sentou. Cruzou os braços, os olhos queimando.— Civilizada? Depois de tentar matar a Ana? Depois de f
Jennifer sabia exatamente onde estava pisando. Sempre soube. Amar Lion nunca foi algo leve, nunca foi simples. Era uma obsessão delicada, fria e cuidadosamente disfarçada de afeto. E quando percebeu que ele estava se afastando, já era tarde demais.A culpa tinha nome.Ana Cooper.Uma secretária qualquer, comum aos olhos do mundo. Mas não aos de Lion. Não aos olhos atentos de Jennifer. Ela via como ele a olhava, como sua voz suavizava quando falava com ela. Como seus toques casuais pareciam conter segredos.— Ele nunca olhou pra mim assim. Nem quando me pediu em casamento — murmurou, deitada no sofá da cobertura, com uma taça de vinho entre os dedos.Ela encarava o teto, mas já via as engrenagens girando. Naquela mesma noite, mandou uma mensagem codificada para um número antigo. Um dos contatos “apagados” do celular. Um homem que devia favores — e que sabia trabalhar em silêncio.— Quero que a assuste. Nada fatal. Um susto. Um esbarrão de carro. Ela precisa entender que não pertence ao
A manhã chegou cinzenta, como se o céu soubesse que a dor ali dentro ainda não havia se dissipado. Lion não saíra do hospital. Seu rosto estava cansado, os olhos fundos, mas ele não desgrudava de Ana. Quando ela acordou, pouco depois das sete da manhã, ele estava ao seu lado.— Bom dia, dorminhoca — disse ele, com um leve sorriso. A voz saiu baixa, mas havia emoção demais por trás daquela frase simples.Ana piscou devagar. Ainda estava sob efeito da medicação, mas sua mente parecia mais lúcida.— Onde… onde eu estou?— No hospital. Você foi… atropelada — ele segurou sua mão com cuidado, como se ela fosse feita de vidro. — Mas você está bem. Está segura agora.Ela franziu o cenho, como tentando puxar lembranças fragmentadas. A dor física era real, mas a confusão emocional era ainda maior.— Achei que fosse só um acidente…Lion desviou os olhos por um segundo. A verdade ainda doía mais do que qualquer fratura.— Ana… alguns dias antes disso acontecer… você encontrou com alguém, um homem
A noite caiu com o peso de um céu sem estrelas. Lion mal percebia a cidade que passava pela janela do carro, os dedos cerrados sobre o volante, o maxilar travado. Seu coração batia em um ritmo irregular, como se cada batida lutasse para não sucumbir à dor.O hospital era silencioso, frio, iluminado apenas pelas luzes esparsas dos corredores. O cheiro de desinfetante e medo grudava em sua garganta. Lion passou direto pela recepção, onde já sabiam quem ele era. O segurança apenas assentiu e o deixou entrar.Subiu de elevador até o andar da UTI. Cada andar parecia um fardo a mais em seus ombros.Quando a porta automática se abriu, ele foi recebido por um som agudo e contínuo: o bip constante dos monitores. Enfermeiras andavam apressadas, mas havia um ar de respeito e preocupação ao redor do quarto 403. Ali estava ela.Ana.Deitada, pálida, o rosto machucado, os fios de cabelo espalhados sobre o travesseiro branco. Havia tubos, curativos, e aquele som terrível dos aparelhos monitorando se
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