La mesa se llenaba poco a poco, como un mosaico de voces y personalidades que transformaban la conversación en un constante ir y venir de temas. Tras la partida de los primeros invitados, llegaron nuevos rostros que se unieron al grupo principal. Además de Enzo, Amatista, Massimo, Emilio, Paolo, Mateo, Francesco y Rogelio, el círculo ahora incluía a Alejandro, Manuel, Felipe, Valentino, Demetrio, Jorge, Tyler, David, Leonardo, Luciano, Martín, Sofía, Diana, Maximiliano, Mauricio, Alba, Sara y Bianca. También estaban Alicia, con su aire de elegancia maternal, y Alesandra, quien, agotada por el bullicio de la fiesta, había encontrado consuelo en las piernas de Amatista, dejando que su hermana mayor le acariciara el cabello con ternura.
La conversación fluyó, tocando temas triviales al principio, pero pronto Francesco, siempre amante de las historias, tomó la palabra. Su tono nostálgico captó la atención de todos mientras recordaba los años en los que solía visitar la mansión Bourth, en