El sol comenzaba a descender en el horizonte, dejando tras de sí un cielo anaranjado que daba paso a la noche. En la mansión Bourth, la atmósfera estaba cargada de expectativa. Ese día era importante: la inauguración del casino, un proyecto que había unido a Enzo, Massimo, Emilio, Mateo y Paolo como socios en un ambicioso plan de negocios, finalmente vería la luz.
Amatista estaba en su habitación, terminando los últimos detalles de su atuendo. Frente al espejo, ajustó el collar que complementaba su vestido, un diseño elegante y sobrio que resaltaba su figura sin ser ostentoso. Era corto, ajustado al cuerpo, con mangas largas y sin escotes profundos, pero con un corte en el cuello que dejaba entrever su delicadeza. Su cabello, recogido en una coleta alta, la hacía lucir sofisticada y segura. Se observó con atención por un momento, sintiendo que esa noche debía estar a la altura del esfuerzo que Enzo y sus socios habían puesto en el proyecto.
—Te ves perfecta, querida —comentó Alicia de