La inauguración del casino seguía su curso, con los invitados moviéndose por el lujoso salón principal mientras la música y las conversaciones llenaban el aire. Massimo, Mateo, Emilio y Paolo se habían dispersado entre los asistentes, atendiendo a socios, empresarios y figuras relevantes que buscaban su atención. Esto dejó a Enzo y Amatista solos en la mesa, algo que ella no dejó pasar desapercibido.
Amatista se acomodó en su silla, dejando que el brillo del vestido negro ajustado resaltara cada línea de su figura. Sus mangas largas cubrían sus brazos con elegancia, mientras el diseño sencillo y sin escote enmarcaba su cuello de manera delicada. Con una naturalidad que solo ella podía lograr, inclinó ligeramente la cabeza, dejando que algunos mechones de su coleta alta se deslizaran sobre su hombro. Sus ojos estaban fijos en Enzo, una mezcla de travesura y desafío brillando en ellos. Apoyó el codo sobre la mesa, descansando la barbilla sobre la palma de su mano, como si lo estuviera e