El amanecer trajo consigo un aire de entusiasmo mientras Alicia Bourth, su hija Alesandra y Amatista se preparaban para una jornada de compras en el centro comercial. Amatista, aún un poco nerviosa, ajustó su campera mientras esperaba junto a las dos mujeres, quienes irradiaban una mezcla perfecta de sofisticación y calidez.
—Será una experiencia que vas a disfrutar, querida. No solo se trata de comprar; también se trata de explorar lo que te hace sentir más segura, más tú misma —comentó Alicia con esa serenidad que siempre imponía respeto y confianza.
—Y también se trata de divertirse. Mamá y yo solemos volver con demasiadas bolsas y demasiadas historias —añadió Alesandra, guiñándole un ojo a Amatista.
La atmósfera del centro comercial era vibrante: luces brillantes, escaparates que exhibían elegantes vestidos y maniquíes impecablemente adornados. El aroma de café y perfume caro flotaba en el aire mientras las tres mujeres comenzaban su recorrido.
La primera tienda que visitaron era