Un mes había transcurrido desde la última vez que Amatista y Enzo compartieron espacio. La distancia entre ambos parecía un abismo, aunque en la mente de ambos aún resonaban los recuerdos de aquel encuentro. Amatista, con determinación, había volcado toda su energía en el lanzamiento de Lune, su nueva empresa de joyería. Había tomado una decisión estratégica: mantener su anonimato como rostro detrás de los diseños para crear un halo de misterio alrededor de la marca.
El salón donde tendría lugar el evento estaba lleno de vida esa tarde. Santiago, siempre enérgico, supervisaba los últimos detalles mientras los organizadores corrían de un lado a otro ajustando decoraciones y luces. Las vitrinas de cristal estaban perfectamente dispuestas, exhibiendo las piezas de la colección inaugural de Lune. Las joyas, iluminadas con precisión, irradiaban un brillo elegante, reflejo de la dedicación y visión de Amatista.
—Esto será un éxito total —comentó Santiago mientras daba un último vistazo al s