Capítulo 44

Los pasos de Calia la llevaron esta vez hasta el invernadero, donde Aleckey ayudaba a la señora Liora a revivir algunas plantas con su poder. Lo observó darle vida nuevamente a las flores marchitas; no esperaba verlo hacer algo de jardinería.

—Señora —la primera en verla fue Liora, quien hizo una leve reverencia.

Aleckey sacudió la tierra de sus manos antes de posar su mirada en su luna, quien todavía vestía la ropa de entrenamiento.

—Hola, Liora —saludó con una sonrisa.

—Gracias, alfa, por restaurarlo. Espero ahora cubrir mejor los agujeros que permitieron que se colara el viento helado —aseguró, a lo que Aleckey le dio un breve asentimiento de cabeza antes de acercarse a Calia.

—¿Todo bien con el entrenamiento? —cuestionó, llevando sus dedos hasta su mejilla, de la cual intentó quitar un poco de suciedad.

—Jezebel me ha ayudado mucho. Creo que nos entendemos bien —murmuró, a lo que el alfa sonrió—. Es extraño tener una vocecita allí, me resulta aterrador —concluyó.

—Te acostumbrarás
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