El rostro de Calia descansaba sobre el torso de Aleckey. Estaban envueltos en una fina capa de piel de cordero, ambos sumidos en sus propios pensamientos, satisfechos y en paz. Ella, olvidando su venganza por un momento; él, sintiéndose en armonía tal y como esperaba con su luna.
—Quiero visitar a Aria —susurró Calia, rompiendo el silencio.
Aleckey permaneció callado unos segundos hasta que ella se apoyó sobre sus codos para buscar su mirada en busca de una respuesta.
—Mi relación con Dimitri no es la mejor. No creo que pueda presentarme en su territorio sin que terminemos peleando, y honestamente, no tengo ganas de humillarlo frente a su gente —dijo con serenidad.
Calia vio la verdad en sus ojos. Aleckey estaba cansado de esa enemistad. Sin embargo, ella no podía ignorar a su amiga.
—Ella es importante para mí —murmuró con firmeza.
El alfa suspiró pesadamente. No quería ver a su luna triste ni preocupada.
—Bien. Viajaremos mañana al amanecer.
La sonrisa radiante de Calia iluminó la h